Tampoco es tan inverosímil.
Nuestros carruajes eran tirados por infinidad de caballos alemanes.
Habitábamos en palacios construídos con letras y hormigón.
Bufones de 42 pulgadas y mensajeros vestidos de Coltán.
Ambrosía destilada por Ferranes y Adrianes en nuestras mesas.
Bolsas de oro plastificado, livianas, encantadoras y peligrosas.
Opulencia en el éter de números fosforescentes.
Ahora ya no somos nobles, desapareció el espejismo de "Mundo
Justo".
Lo material ya no se materializa y a lo espiritual le cuesta respirar.
Pero el sistema no sabe una cosa...
Podremos dejar de comprar, pero jamás dejaremos de pensar,,,
Esto es algo que escribí hace ya tiempo, en plena crisis, me había
quedado sin trabajo ya hacía meses, no tenía poder adquisitivo, y
tenía que cambiar todos mis esquemas.
Tengo que reconocer que cuando escribí este texto y realicé este
montaje, estaba bastante mosqueada. Quise expresar lo que estaba
pasando de una manera poética y crítica a la vez.
Ahora ha pasado bastante tiempo, ahora cuando lo leo me
sorprende, y me gusta, incluso, creo que más que cuando lo escribí.
Ahora ya no estoy enfadada y pienso que muchos de estos cambios
incluso han sido positivos, porque he aprendido mucho, sobre mi
misma y sobre mi entorno, sobre las personas que me rodean.
Nací en la sociedad del consumo, y si no pasa nada grave moriré
en ella, pero sigo pensando lo mismo que entonces en algunas
cosas… “puedo dejar de comprar, pero no puedo dejar de pensar”.
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